jueves, 26 de noviembre de 2015

Ya que prefieres escuchar (que en este caso, es leer)

Hoy, para variar, debería estar haciendo otras cosas más urgentes. Pero no, yo no soy así, a mi me gusta sacar a superficie lo que me nace. Lo que me de la gana. Y hoy eres tu. No hay ningún plan. No planeo sacar nada de esto. No voy a volver a hacerlo. Este es el saludo y la despedida. Como mandar la carta y cambiar de dirección, no quiero respuesta (no me des ninguna). Y me gusta saber que si por alguna remota posibilidad llegas a leer esto, vas a ser la única persona que sabe a quien le escribo, porque lógicamente, eres tu. Había escrito ya un par de líneas hace unas semanas atrás, pero creo que fueron más bien escritas con ira y no te gustarían mucho. Hoy, las cosas ya cambiaron. Ya paso algo de tiempo y no hay necesidad de ser cruel porque no me siento cómoda en ese papel. Así no me guste, no lo soy. A veces tendría que intentarlo, tienes razón, a veces confío muy rápido en la gente, le tengo fe, creo en ella. Sin embargo, no recuerdo el nombre de alguien y que por más insignificante que haya sido, no me haya decepcionado antes. Porque es verdad, la gente decepciona, sí. Y nos hacen sentir mal, y queremos no haberles confiado muchas de nuestras cosas, de nuestra vida, de nuestros logros o hasta de nuestros secretos o nuestras penas. Porque nos vemos vulnerables frente a ellos. Este es un tema interesante, e hiciste que me cuestionara mucho acerca de ello el tiempo que pasamos juntos, abriste mis poros. Mis dudas. Mis capas. Pero la verdad es que las personas son así porque es parte de haber sido creados con la libertad de decidir pero también con la potestad de sentir, de dejarse llevar por sus impulsos. Y una línea muy delgada está dibujada entre saber lo que haces y simplemente hacerlo porque tu corazón así te obligó a hacerlo. En ese trance la gente que es buena puede desilusionar a otros, incluso a otros que le importan de verdad. Existe obviamente, gente que no merece ni los insultos porque están cagados por naturaleza y son tan tristes por dentro que solo les queda cagarla y seguirla cagando (como un borracho por la calle que denigra a una mujer por tener atributos algo atractivos, que se piensa con el derecho de soltar su verborragia y que ella debe escuchar sin reprochar). Pero yo no hablo de esa gente. Hablo de la gente que te ha querido, te ha apreciado, (te ha extrañado,) que se ha preocupado por ti, y que aún así te ha cagado. Esa gente, mi estimado, esa gente si vale la pena (podría decirse que esa es la gente que podría compararse en un mínimo porcentaje con los animales, en los cuales si podríamos confiar hasta nuestras almas). Sino deberías preocuparte, porque serían máquinas y el fin del mundo se estaría aproximando (y no queremos eso todavía). ¿La idea de todo esto?... Realmente no la tengo, tal vez nunca pueda pararme frente a ti en un estrado para leerte mi discurso, el cual escucharías y no te tomaría más de dos segundos para refutarlo, cuestionarlo y disminuirlo, voltearme la torta y sentir que tienes la razón. Créeme, lo se. Tal vez la idea sea solo querer que sepas lo que pienso (alguna vez me dijiste que te importaba, tal vez aún lo haga).

Confianza, que palabra tan complicada. Pero, como yo lo veo, es imposible ir por la vida sin confiar en nadie; es como estar preso en la peor de las celdas: uno mismo. Y es que la mejor forma de averiguar si puedes confiar en una persona es confiar en ella. Verla, conocerla, y darle una oportunidad. Si bien confiar en todos es insensato, lo se porque muchas veces confié y no tuvo un final feliz; pero no confiar en nadie es estar solo y la soledad solo es buena por ratos, no como una compañera eterna. No podemos vivir como islas, sin tener a quien contarle nuestra vida, nuestras huevadas, hasta nuestras tonterías diarias. Tal vez solo estoy divagando, parafraseando, soltando ideas, sin sentido, o tal vez sí lo tengan. No lo se, no se muchas cosas, y de muy pocas estoy segura, pero dentro de las que sí se, es que unos cuantos meses no son nada, y tal vez no llegamos a conocernos como hubiera(mos?) querido. Pero "algo de confianza hay", no en vano caminamos tanto y gastamos saliva y cuerdas vocales por las puras. Aunque a veces sentí que nunca confiabas en mi, que muy pocas veces me creías o que poco te importaba, siempre fui honesta contigo. Hasta en los momentos en los que pude ahorrarme ciertas vergüenzas, preferí terminar con los cachete rojos y ser sincera. Espero que lo sepas, aunque ya te lo haya dicho muchas veces.

No se que hubiera pasado si las cosas se hubieran dado de manera diferente, no lo voy a pensar tampoco, porque no sería muy saludable. Te dije que todo ese tiempo confié en ti y planeaba que se quedara así, aunque me he guardado ciertas cosas que preferí no mencionar porque ya no cabían dentro del caso nuestro, ya no cabían dentro de nada. Yo no puedo meter las manos al fuego por nadie, por ti tampoco, nunca imaginé que fueras perfecto (yo mucho menos), pero sí te he creído y te brindé todos los beneficios de la duda. Cuando al inicio te decía que creía que solo estabas jugando era honesta, te lo juro. Fue el tiempo y el conocerte lo que hizo que creyera en ti, te entendiera más o menos, y  me de la oportunidad de abrirme contigo. Yo también venía quebrada de una relación pasada, y lo conversamos. Eso también fue agradable, me ayudo a descifrarte un poco más (aunque nunca lo logré del todo, muy claro lo tenemos jaja). ¿Ves? No seguimos viéndonos y no me arrepiento de haberte contado tantas cosas sobre mi, personales, estúpidas, profundas, banales, sin sentido y con algo de el también. Porque creo que lo valías, y que a pesar que ahora no somos ni amigos puedas quedarte con esa parte de mi, de haberme conocido. Muchas veces noté que "hacerte el huevón" era uno de tus dotes principales, pero nunca refuté nada porque no soy de las que lo hacen, ya el drama era un viejo amigo que no pensaba volver a llamar, menos contigo. No me molestaba como eras, no me molestaba que a veces desaparecieras, no me molestaba que estuvieras como ausente por momentos, no me molestaba que no me contaras las cosas malas que te pasaban, no me molestaba que seas poco cariñoso o comunicativo, no me molestaba tener que sacarte las cosas a cucharadas a veces, nada de eso. No podía soportar que ya me había dado cuenta que jamás me ibas a dejar entrar, no al menos en ese momento de tu vida. Y no poderte culpar por eso, me causaba más frustración aún. Cada uno es como es, y eso no es mérito para culpar al otro. Yo no iba a hacerlo contigo.

Gracias por las charlas y las caminadas que nunca terminaban en comida sana, más bien en grasas y chatarras; por ser el único que dejó que le sacara conejos de los dedos, así te dolieran, siempre volvías a darme tu mano. Era con cariño jaja. Ahí sí sentía que confiabas en mi. Gracias por dejarme elegir los asientos la primera vez que fuimos a ver una maldita película, estabas nervioso y deslumbrado con mi encanto, lo se, no hay necesidad que me lo expliques jajaja. Gracias por pensar que era una creída insoportable y dejarme demostrarte que la gente habla mierda porque tiene ganas de hablar mierda. Gracias por no abrirme la puerta y hacerme esperar por media hora a que decidieras creerme o no, ahí empezó mi frustración, pero te conocí más. Por darme helado y esperar tranquilo a que lo termine cuando el tuyo ya moraba en tu panza hace rato. Por quedarte uno que otro sábado sin salir y conversar conmigo. Por no sacar el celular cuando estábamos juntos. Por esa vez que no fuiste a beber y preferiste aburrirte conmigo viendo la peor película de acción de la historia, o una demasiado bizarra y con un "final alternativo" malísimo. Creo que no tengo un buen dote para elegir dvds, tal vez fue Acasiete que me puso nerviosa. Aunque si de nervios hablo, ningún mejor ejemplar que tu jaja. Gracias por quedarte sentado conmigo en pleno parque durante horas así se te cerraran los ojos. Por dejarme preparar el maíz a mí, porque tu quemabas todo. Por pensar que nos iban a robar y preocuparte, jaja cuando solo era un señor que quería vendernos un CD que nunca vimos, tal vez fuimos estafados y jamás lo sabremos. Por hacer de una banca en la calle el mejor lugar para conversar y reírme de ti. Por enseñarme que es divertido fijarse en las texturas de las cosas. Por dejarme pagar mi parte de las cosas, soy medio hombrecito ya lo sabes. Por caminar durante cuadras de cuadras conmigo a pesar de tener el tobillo adolorido. Por salir conmigo los viernes cuando al día siguiente debías levantarte asquerosamente temprano. Por nunca quedarte callado la primera vez que nos vimos. Creo que nunca te dije que eso fue lo que más me gustó de ti, yo soy demasiado introvertida al inicio, y que tu hablaras hasta por las orejas me hizo sentir en confianza (ya luego volviste a tu estado normal y solo me escuchabas -_-). Gracias porque por ti bajé mi nivel de tabaco en los pulmones. ¡Por las películas de acción tan buenas! (y románticas aunque no quieras aceptarlo). Gracias porque nunca te gustó el rugby, y eso hacía la situación un poco diversa, que pudiéramos hablar de ello. Por contarme cosas que tal vez no se las hayas contado a otra persona o a muy pocas personas (no lo se, pero me hizo sentir que era importante para ti). Por escucharme siempre, o tener la intención de hacerlo al menos jaja. Por tener buena memoria. Porque compartes conmigo la casi casi misma filosofía de vida "a quien no le guste, se puede ir a la mierda". Por haber hecho el esfuerzo de entender que de verdad me ponías nerviosa, y no te estaba alejando. Por ser más romántico en persona que por escrito (tal vez debí aprender un poco más eso, de ti). Por demostrarme que eres un buen profesional, y te gusta lo que haces, que la universidad no solo fue para estudiar sino para disfrutarla, en todos los sentidos. Por usarme como tu back-up de fotos cada vez que las perdías. Por siempre hablarme claro y responder a (casi) todas las preguntas que te hacía. Por gustarte mi frente (yo la detesto), pero odiar mis trenzas. Por decirme "gorda" al segundo día de conocernos jajaja. Por jugar con mi pelo. Por los golpes que eran con cariño según tu (maltratador). Por babearme sin importarte saber que me muero del asco. Por ver el video de esa niña psicópata y asustarte conmigo; sí, los violadores deberían estar muertos. Por nunca llegar al cine de Matucana, te esperé durante horas, infeliz, JAJA. Por no tener problemas en ser honesto y no querer acompañarme a donde no te daba la gana. Por escaparte de tu juerga e ir a verme a una reunión. Por tomarte un par de maracus conmigo y dejarme demostrarte que paro más trago que tu, ja. Por tus "ok" que al instante recibían los míos de vuelta. Por nunca habernos peleado, odio pelear. Solo intercambiábamos ideas. Y siempre respondías largo y tendido cada vez que "te cuadraba" como solías decirme. Gracias por siempre decirme que estabas intentando ser mejor, y porque te veía intentándolo realmente. Por ser tan relajado y a pesar de todo, ser mi causa. Gracias por no cagarla (hasta donde yo se).

Pero no te agradezco que hayas pensado que me aburrí o que me harté. Ojala que ahora sepas que no fue así. Y que a veces, vale la pena luchar un poquito más si es que la otra persona te importa de verdad, como dices. Dejar de inferir, asumir, deducir, de pensar mal. No hablar, o hablar, es lo mismo si simplemente no haces nada para que el otro no crea que ya no le interesas. Y tu me importabas.


Casi al final de nuestra amistad te dije que la vida era una cadena de decisiones tomadas, que era el reflejo de estas decisiones. Ojala siempre sigas luchando por ser mejor y contener la ansiedad que tanto te molesta. Y ojala, de verdad, ojala que tomes las mejores. Las que te hagan feliz.


No hay comentarios:

Publicar un comentario